Temazo

miércoles, 22 de abril de 2015

Fútbol, ya no te quiero tanto

Esta noche es una de esas noches que todos los aficionados al fútbol ansiamos. Vamos a presenciar, en teoría, un choque de titanes entre dos equipos que se tienen ganas. Los enamorados del fútbol somos así. Llevo todo el día esperando que lleguen las 20:45 para poder ver ese partido (y eso que no soy de ninguno de los dos equipos) para poder disfrutar de la tensión y la emoción de ese juego en el que los jugadores deberían dejarse todo en el terreno de juego.

Pero mi amor por el fútbol no vive su momento más dulce. Es como cuando se te cae la venda de los ojos con una persona a las que has idolatrado ciegamente. Hay quien pueda pensar que me he aburrido de ver a veintidós personas (hombres o mujeres, le pese a quien le pese) persiguiendo una pelotita para meterla dentro de una portería. No es ese el caso. Y eso que en la liga española parece que están haciendo lo imposible para que nuestra liga sea la más aburrida del mundo con eso de favorecer siempre a los dos grandes (económica y administrativamente). Pero vaya, que si te aburres de una liga siempre puedes ver otra. Así que el caso no es que me haya aburrido del juego en sí.


El problema viene de todo lo que sobrepasa las líneas del césped. El fútbol seguramente sea el deporte que más gente mueve a nivel mundial y está claro que cuantas más manzanas compres, más probabilidades hay de que te toque un gusano, pero es que el fútbol se está convirtiendo en un compendio de gusanos, víboras y demás seres indeseables. Para empezar, el fútbol, al mover tanta gente, se ha convertido en un negocio del que algunos se están lucrando sin siquiera saber que el balón es redondo. Muchísima gente de las que mueven el  mundo del fútbol están ahí no por amor al mismo, sino para llenarse los bolsillos aunque esto suponga reventar este bello deporte. En este sentido supongo que no soy el único que ve una clara semejanza con el mundo de la política, donde algunos (demasiados) van a robar en lugar de ayudar.


Aun así, mi desencanto con el fútbol viene por otros derroteros: los aficionados. Vale , ya sé que la morralla que hay en el fútbol siempre ha estado ahí y siempre será reemplazada por otra, pero yo abrí los ojos tarde. La gota que colmó el vaso llegó la temporada pasada en un partido Málaga-Osasuna, al que asistieron aproximadamente unos cincuenta aficionados pamplonicas. La media de edad de dichos aficionados era alta, con matrimonios en su mayoría y ninguna gana de armar follón. Pues bien, antes de empezar el partido, desde la sección de la Rosaleda donde se ubican los Malaka Hinchas (aficionados que se llenan la boca diciendo que ellos van a animar a su equipo) se empezaron a escuchar cánticos que decían: “Todos a una: puta Osasuna”. ¿Qué pensarían esos aficionados que habían venido desde Pamplona para disfrutar de un partido de fúbol? ¿Qué pensarían aquellos niños que iban al fútbol por primera vez? ¿Qué pensarían esos (pocos) padres responsables que iban con sus hijos e hijas?


Tristemente, nos hemos acostumbrado a la violencia (física y verbal) en el fútbol. Hay quienes dicen que eso entra dentro del fútbol, que no se puede controlar o que tampoco es para tanto… ¿Y por qué en otros deportes no pasa? ¿Por qué en otros deportes sí que se controla? A estas preguntas habría que añadir otras más concretas como: ¿Por qué se sigue pasando la mano con la venta de alcohol en campos de fútbol base? ¿Por qué no se persigue y expulsa a aquellas personas que insultan en un campo de fútbol? ¿Por qué permitimos que algunos padres tengan miedo o vergüenza de llevar a sus hijos a jugar al fútbol? ¿Por qué se sigue corriendo el velo de la violencia física en el deporte donde hay peleas entre aficiones que ponen en peligro la integridad física de terceros?


En definitiva, sigo enamorado del fútbol, pero en la tele se ve más tranquilito, sin que te echen el humo del tabaco, sin tener que escuchar tantos insultos y sin tener que temer por tu físico. Que disfrutéis del partido.

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