Temazo

miércoles, 15 de abril de 2015

Regalos

    Una de las noticias del día hace mención al fugaz encuentro que han tenido nuestro rey Felipe VI y Pablo Iglesias, líder de Podemos. El señor Iglesias se ha saltado el protocolo en un acto que unos considerarán cercano y otros maleducado para poder regalar al monarca una recopilación de capítulos de la serie “Juego de Tronos”. Más allá de la pullita que este gesto suponía hacia la monarquía (Pablo Iglesias es un confeso republicano), yo quisiera centrarme en la cara que se le queda al rey Felipe VI cuando Iglesias le da el regalo, con cara de “porque tengo que guardar las apariencias, que si no...”. Y es que a Felipe se le ha quedado la misma cara que cuando te regalan por tu cumpleaños algo que no te gusta o no entiendes, como cuando te regalan algo de ropa que no te pondrías ni en una fiesta de disfraces o un libro que estás deseando que vaya acompañado de tiquet regalo para poder descambiarlo.

    Y es que hay momentos en que es mejor no regalar nada antes que regalar algo que va a suponer un rotundo fracaso. Cuando yo era pequeño, en el día de la Primera Comunión a todos los niños (o casi) les regalaban las mismas cosas. Era como si todos los comerciantes de la época se hubiesen puesto de acuerdo para encasquetar stock sobrante: “Oye, ¿qué hacemos con estos relojes Casio que nadie quiere?” “Mmmm... Vamos a decir que son un regalo ideal para la Primera Comunión”. Estaba el regalar el reloj Casio, el libro de firmas, la maquinita del Tetris, el estuche con bolis o plumas... Tal vez hubiese otros niños que recibiesen regalos más generosos, pero en mi entorno los regalos eran calcados. Siempre estaba el típico niño ricachón que recibía regalos extravagantes o que recibía una cantidad de dinero desorbitada, pero eso eran excepciones puntuales.

    En el mundillo de los regalos nos encontramos con varios binomios como: a los fáciles de regalar – a los difíciles de regalar; a los que le gustan los regalos – a los que no le hacen ilusión los regalos; a los que le gusta comprar – los que odian tener que ir a comprar.

    Respecto al primer binomio, todos tenemos amigos, familia o pareja a los que no ha llegado aun su cumpleaños (Navidad u otra festividad) y ya sabemos lo que le vamos a comprar, en plan “Esto es muy (nombre de esa persona)”. Hay gente que sabemos cómo visten mejor que ellos mismos, gente a la que identificamos con tiendas determinadas, gente con la que podemos ser muy creativos sin miedo a equivocarnos. ¡Y luego tenemos gente a la que no tenemos ni la menor idea de qué regalarles! Y como vayas acompañado a comprar siempre salen los típicos “¿Le compramos esto?”, mientras que tú estás pensando “Esto te gusta a ti, no a él/ella...”. En estas ocasiones hay gente (volvemos a los binomios) a los que le entran ataques de ansiedad, que recorren millones de tiendas, que preguntan hasta a sus tíos de Kentucky para saber qué pueden regalar a esa personas... Y, por otro lado, estamos los que pasamos del tema y decimos “si le compre lo que le compre hay un alto riesgo de equivocarme... Le compro lo que sea y si no le gusta que lo descambie”. Y es que hay gente que cuando te da un regalo ya se les huele a la legua, cuando no has abierto la bolsa y ya te están diciendo dónde puedes descambiarlo con el tiquet regalo en la mano y que confirmas tus sospechas cuando comrpuebas que ni se han parado a buscar la ropa de tu talla.

El siguiente binomio distingue habla de aquellas personas que no pueden esperar a que acabe la cena para poder abrir los regalos, esas personas a las que ya puedes regalarles un peo en un frasco que les va a hacer ilusión, pues son felices con cualquier cosa y disfrutan hasta el orgasmo desde el mismo momento en que empiezan a romper el papel de regalo. Por el contrario, nos encontramos con gente a las que ya puedes regalarles un coche, un viaje al Caribe, las entradas para el concierto de su grupo favorito que creía agotadas o la misma Luna que... Te van a responder con un escueto “gracias” mientras su cara no va a reflejar emoción alguna. Son de estas personas a las que dan ganas de quitarle el regalo o rompérselo en la cabeza, gente que piensas que son descorteses, desagradecidos o, simplemente, unos cabrones, pero lo único que les pasa es que son menos expresivos que Jon Nieve.

    Por último, distinguiremos entre aquellas personas que están deseando que llegue un cumpleaños para poder ir a comprar regalos, lo cual puede deberse a varios motivos entre los cuales están: hace meses que sabes lo que vas a comprar a esa persona y estás deseando hacerle feliz; quieres ir de compras para fijarte más en lo que te vas a comprar que en lo que le vas a comprar; vas a comprar en menos de media hora, pero es la excusa perfecta para tomarse algo después. Y luego estamos los que odiamos tener que comprar un regalo, no por indiferencia hacia la persona a la que se le va a hacer el regalo, sino simplemente porque ir de compras, dar mil vueltas por distintas tiendas, aguantar colas, comparar precios y buscar/acertar tallas suponen para ti un auténtico vía crucis y estás deseando decirle a alguien “¿vas a comprar algo para Fulanito? Cuenta conmigo”, pero ese “cuenta conmigo” no implica acompañarte a comprar, sino darte el dinero y que tú tengas que comerte la cabeza.


    En definitiva, si odias ir de compras para buscar un regalo, te aconsejo que vayas a tiro fijo y sin moverte del sofá de casa: compra los regalos online. Eso sí, primero échale un vistazo a mi post anterior, no vaya a ser que te vuelvas un shopaholic online ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario