Todos hemos escuchado alguna vez cuando alguien fallece la
expresión “vaya… nunca había tenido ni un resfriado, y ahora…”. Y es que hay
gente que parece que son inmunes a cualquier tipo de enfermedad o lesión,
personas que cuando se habla de “baja médica” les parece que se está hablando
en sánscrito. Esos superhombres y supermujeres pasan los inviernos sin siquiera
estornudar, pueden practicar cualquier deporte con la confianza en sus cuerpos
de goma y ya pueden beber alquitrán que no les va a sentar nada mal. Son, simplemente, superhéroes.
Por otro lado, nos encontramos con un tipo de personas que
el día que nos dejen diremos “demasiado ha durado”. Son personas que tienen en
casa más medicinas que una farmacia, que ya pueden llevar ropa de abrigo para
sobrevivir a una noche siberiana que como sople una rachita de viento se ponen
malos, gente que se puede hacer un esguince poniéndose las zapatillas
deportivas, de esos que están más tiempo de baja que trabajando y que cuando
van a un restaurante exótico ya están pensando en dejar el día siguiente libre
porque se lo van a pasar en el baño. Este tipo de personas son como el señor
Burns, que si sobreviven es por el Síndrome de los Tres Chiflados: tienen
tantas enfermedades que se estorban las unas a las otras.
Siempre se dice que uno no puede quejarse porque siempre hay
alguien que lo está pasando peor que tú. Y en mi caso está claro que no puedo
quejarme porque no he pasado ninguna enfermedad grave ni he sufrido accidente
de gravedad alguno. Pero si para este tipo de personas se dice que les ha
mirado un tuerto, yo creo que a mí, cuando menos, me está acechando uno.
Siempre me he preguntado por qué no seré del Atleti, ya que
mi adolescencia la pasé siendo conocido como “el pupas”, con las muletas como
unas extremidades más a las que tener en cuenta, ya que llegué a perder la
cuenta del número de esguinces que tuve (algunos por motivos muy inverosímiles),
además de alguna fisura o fractura. Vaya, que parecía que mis huesos eran
mondadientes. Aparte de que siempre he sido el típico que siempre está
resfriado.
En los últimos años he sufrido con los problemas renales
hasta el punto de tener tantos cólicos nefríticos que ya me tomaba los
Nolotiles como Lacasitos. La situación llegó al punto de que cualquier mínima
molestia lumbar me ponía en alerta y ya podían ser gases que yo ya estaba a
mitad de camino del Clínico.
Pues bien, llevo una temporada sin tener lesiones graves o
sin que me den cólicos nefríticos, pero en la última semana: una fascitis
plantar que no me deja andar, el otro día me abrí la cabeza bajando una
persiana, tengo molestias en los riñones que me hacen orinar sangre (este es mi
día a día), anoche me rasqué un lunar y la sangre me caía a borbotones por la
cabeza, hoy he roto una puerta de cristal y el cristal (en punta y de grandes
dimensiones) ha pasado rozándome la barriga… En definitiva, que no me puedo
quejar porque en líneas generales estoy bien y soy feliz, pero lo que está
claro es que de mí nunca podrán decir eso de “nunca tuvo ni un resfriado”. ¡Salud!